martes, 23 de abril de 2013

Año nuevo en Siem Reap

"New year, new life"

Año nuevo, vida nueva. Eso es al menos lo que decimos en España. De ser así, este año habré tenido la oportunidad de hacerlo dos veces: la primera en enero y la segunda ahora, en abril. El motivo, la celebración del año nuevo camboyano, el 2557 según el calendario budista.

En Camboya, al igual que en el mundo occidental, el año nuevo es una de las fiestas más celebradas del año. Durante el mes de abril, en el punto álgido de la sesión seca, los agricultores recogen su última cosecha y descansan tras todo un año de trabajo. Los agricultores y los trabajadores de cualquier sector. En Phnom Penh, como en tantos sitios, la costumbre es pasar las vacaciones en la provincia de origen, junto con la familia. Muchos de los niños a quienes ayuda PSE pueden hacerlo. Sin embargo, para otros tantos que viven en el internado esta costumbre tan sencilla es sólo un sueño.

Para que el sueño no quede en sueño, durante las principales vacaciones camboyanas, PSE suele programar viajes organizados con los niños que viven el internado y que por diversos motivos, a cada cual más duro, no pueden pasar con sus familias los días de descanso. El departamento de Accommodation, liderado por Vichhika, es el responsable de organizar dichos viajes. Vichhika no es una profesional más de PSE. La mayoría de los niños del internado la llaman Ma. Para muchos de ellos es su verdadera madre. Mengsry, supervisor, es Pa, el padre. Juntos durante el año se desviven para que los niños vivan en las mejores condiciones posibles. Durante las vacaciones viajan con ellos como una gran familia para lograr el objetivo de que se sientan como cualquier otro niño.

A Siem Reap viajamos más de cien niños y casi quince voluntarios. Entre ellos Pablo, navarro, que se ha convertido en un verdadero amigo, Camille, Simon y Tom, además de los voluntarios camboyanos. En Siem Reap visitamos con los niños los templos de Angkor, jugamos a juegos tradicionales, visitamos el Cultural Village donde aprendimos tradiciones camboyanas, cocinamos juntos platos locales... Hicimos muchas, muchas cosas y todas ellas me han ayudado a entender todavía mejor esta organización, a ver los resultados reales que obtiene, a entender por qué, en definitiva, se llama "Pour un Sourire d'Enfant".





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