domingo, 23 de febrero de 2014

Mientras tanto, en Camboya

En las últimas semanas, ésta especialmente, los canales internacionales reproducen sin cesar los acontecimientos en Tailandia, primero, y Ucrania y Venezuela más tarde. Son noticias que sigo con preocupación. Las de Tailandia, por motivos evidentes: vivo a una hora de avión de allí y hace poco viajé a Bangkok, donde tuve la ocasión de visitar el campamento donde se concentran los indignados. Las de Ucrania, porque las cifras de muertos son escandalosas y la proximidad a Europa convierte al conflicto en algo casi "casero". Por último, el caso de Venezuela me duele especialmente porque conozco a varios amigos de allí que, afortunada o desafortunadamente, viven fuera de su país y que me cuentan mucho más de lo que se lee, se escucha o se ve.

Por supuesto, todas son noticas que merecen tratarse. Deberían incluso tratarse más, con más detalle y no como, a veces, una medalla más de las Olimpiadas de Sochi, la London Fashion Week o la última detención de un famoso cantante. El caso es que mientras tanto, mientras se mezclan noticias importantes con otras que lo son menos, se olvidan otras que se parecen más a las primeras. Mientras tanto, por ejemplo, en Camboya pasan muchas cosas que no se saben más que aquí.

Lo que sucede en Camboya, lo que lleva sucediendo desde hace mucho tiempo, al menos el que llevo yo aquí, podría resumirse haciendo un paralelismo con el caso tailandés. Al fin y al cabo son países de la misma región y con una tradición y cultura similares. Ambos son monarquías constitucionales y su situación política es bastante similar. Camboya celebró sus últimas elecciones a finales de julio; el Parlamento se constituyó más de dos meses después sólo con el partido mayoritario. A día de hoy, la oposición no ha tomado posesión de sus cargos y se manifiesta continuamente en la calle. En ambos países, la oposición ganó en las capitales y ciudades principales, pero el Gobierno se sostiene gracias al voto rural, muchas veces subvencionado y, en el caso camboyano, además, a través de un control férreo, (casi) dictatorial de todas las herramientas del Estado.

En Camboya se suceden las huelgas. Las huelgas políticas, sí, y las huelgas de los trabajadores de muchos sectores, el textil a la cabeza. Se suceden las huelgas mientras el Gobierno impide ese derecho con grandes campañas en prensa. Nunca he sido un sindicalista. Tampoco aquí considero que lo sea. Los trabajadores camboyanos luchan por un salario digno (cien dólares) que les permita vivir y ahorrar en un país donde la inflación crece de una manera tan evidente que te das cuenta en el supermercado. En Camboya el Gobierno hace y deshace a su antojo, expropiando terrenos a precios irrisorios (cuando los hay) y expulsando, literalmente, a los legítimos inquilinos. En Camboya hay mucha pobreza, hay abusos, hay secuestros, muchas miserias. En Camboya pasan muchas cosas que nadie cuenta.

Supongo que al fin y al cabo Tailandia tiene sesenta y cinco millones de habitantes y Camboya "sólo" catorce, que el PIB tailandés ocupa el vigésimo tercer lugar en el mundo, mientras que Camboya está más allá del cien. Supongo que Ucrania es un cruce de caminos entre Europa y la poderosa Rusia y que Venezuela tiene petróleo. Supongo muchas cosas. También que al estar en Camboya lo que pasa aquí me parece más importante por tocarme más de cerca. Supongo, en fin, que no todos los problemas se pueden solucionar de golpe, pero al menos hay que contarlos para saber que existen.

Anexo:

Referencias sobre noticias en Camboya:

sábado, 15 de febrero de 2014

En tierra extraña

Durante este año me ha obsesionado una reflexión; la de hacer algo distinto, algo que trascienda o, al menos, algo diferente. Llevar una suerte de vida heroica o aventurera que suponga romper con lo tradicional, lo establecido o, simplemente, lo más común. Soy consciente de que el hecho de vivir en Camboya no constituye per se un acto heroico y de que probablemente lo más trascendente, profundo o como se le quiera llamar, sólo sea la búsqueda en sí misma.

En todo caso, tras leer uno de mis regalos de Reyes, cualquier búsqueda parece quedar reducida a su más mínima expresión. El libro se titula "En tierra extraña" y sus autores son Carlos Canales y Miguel del Rey. El regalo se lo debo a Nando y Susana, mis primos, y la recomendación de la lectura viene acompañada del descubrimiento del podcast "La escóbula de la brújula", donde me he reencontrado con los "clásicos" de "La rosa de los vientos".

Portada del libro

El libro presenta aquellas expediciones militares españolas que nadie conoce, las grandes olvidadas, las que no se cuentan en los colegios. Relata las vidas de aquellos compatriotas, éstos sí verdaderos héroes, que desde el siglo XVI en adelante recorrieron países europeos, asiáticos y africanos con el fin de conquistar territorios o ganarse el respeto de otras naciones.

Como no podía ser de otra manera, comencé el libro por la mitad, en la parte de Asia. No tardé mucho en descubrir el apartado en que se hablaba de Camboya. "La asombrosa aventura asiática de un clérigo corsario", se llamaba. El título era sugerente. Y la historia no defraudaba. El clérigo, conquistador, corsario, comerciante, historiador o escritor, como se lo quiera llamar, era Pedro Ordóñez de Ceballos (o Cevallos, según la fuente). Cuando se dice de él que "fue la primera persona en dar la vuelta al mundo desde América", cualquier ensoñación de estar viviendo una aventura se queda reducida a cenizas.

Es cierto que la manera que tuvo de comenzar su particular aventura no fue precisamente heroica. Fue más bien canalla. A los dieciséis años y tras un escarceo amoroso con una mujer casada, tuvo que poner pies en polvorosa o, mejor dicho, "en galera". Como alférez real, participó en misiones a veces comerciales, a veces guerreras, por el Mediterráneo, Norte de Europa, Portugal, África y América. Allí, decidió establecerse en Quito, en la Nueva España, cerca del año 1590.

Fruto de sus contactos, en Quito se le encomendó transportar a España 35.000 ducados, la herencia de un obispo, un verdadero tesoro. Fue en esa misión donde conoció Asia, ya que decidió utilizar la ruta oriental para llegar a la Península. Tras pasar por Guayaquil, extrañamente se dirigió a Acapulco, México, desde donde se embarcó hacia Macao, entonces colonia portuguesa. Aprovechando el viaje para comerciar, recorrió la costa de China, desembarcando en Cantón. También pasó por Nagasaki (Japón) y, finalmente llegó a la Conchinchina.

Por aquel entonces, la Conchinchina estaba en guerra con China, quedando implicados en el conflicto los territorios de Camboya y Pegú (aliados de los chinos). Ceballos tomó partida por los conchinchinos en la batalla naval de Cabo Pracel, una de las más importantes del siglo XVI en aguas asiáticas. Con su galeote, el San Pedro, colaboró decisivamente a la victoria de su bando. Tras la batalla, Ceballos siguió su viaje hasta volver a América, completando la vuelta al mundo cuatro años después de su partida.

Tras años de viajes, se dice que navegó más de treinta mil leguas (equivalentes a cuatro vueltas al mundo), regresó a España, a su Jaén natal. Allí, se dedicó a escribir y a recibir numerosos homenajes. También fue fruto de críticas y envidias, como no podía ser de otra manera en un español que hace algo fuera de lo normal. Nombrado canónigo en la Iglesia de Astorga y provisor, juez y vicario general en los reinos de Conchinchina, Champáa, Cicir y Laos, no pudo ejercer dichos cargos. Su precaria salud le impidió volver a viajar, muriendo entre los años 1634 ó 1635, con más de ochenta años.

Tras leer el libro, donde se cuentan estas y otras tantas historias similares, lejos de continuar creyendo que mis aventuras son menores, no dejo de pensar que si hombres como Ceballos eran capaces de hacer tantas cosas en una época en la que no había trenes ni aviones, ni que decir tiene que tampoco radios, televisiones ni Internet, nosotros, hoy, podemos hacer muchas más.

Vínculos:

viernes, 7 de febrero de 2014

La visita del Rey

Hoy ha sido uno de esos días en los que sientes que el proyecto en que participas adquiere más sentido que nunca. Hoy, PSE ha recibido la visita del Rey de Camboya, S.M. Norodom Sihamoni. Ha sido un día emocionante, emocionante de verdad, en el que todos los trabajadores de PSE hemos recibido el reconocimiento del Rey, y los niños y jóvenes, su cariño y sus ánimos para estudiar y salir adelante.

El significado de la visita es mucho mayor de lo que me había podido imaginar. Desde que vivo en Camboya, me he esforzado por conocer su cultura y entender sus costumbres. Sin embargo, hasta hoy no he sabido de verdad lo que la figura del Rey representa para los camboyanos. El Rey es para ellos un ser casi divino. Sólo Buda está por encima de él. El respeto y la admiración que los khmeres sienten por su Rey difícilmente se puede describir con palabras. Hoy, lo han acogido con verdadero fervor.

La excusa formal de la visita era la inauguración del nuevo internado de PSE y la planta fotovoltaica que la Fundación Alstom ha financiado y ayudado a instalar. Todo tenía que estar perfecto y todo el mundo se movilizó para que así fuera. Durante la semana, PSE ha sido un hervidero de preparativos. Todo el mundo ha participado. Los alumnos se esmeraban en limpiar y decorar el centro, los responsables atendían pacientemente a los agentes del Palacio Real que revisaban la seguridad del centro y el equipo de dirección redactaba y revisaba sus discursos. Incluso esta misma mañana, se ultimaban los últimos detalles. Al final, todo el mundo hacía de todo.

Christian y Marie-France des Pallières reciben a S.M. Norodom Sihamoni

PSE estaba hoy más llena que nunca. En las carpas que se han montado en los terrenos de deporte de "mecánica" se reunían miles de niños y jóvenes, familiares suyos que acudían con invitación, todo el personal de la ONG y varios invitados (compañías donantes, otras ONGs, etc.). En los instantes previos de la llegada se sentía una emoción que, he de reconocer, me era difícil de compartir. Todavía no me hacía a la idea de lo que representaba la visita. En cuanto se supo que la comitiva estaba en PSE, los niños comenzaron a gritar, agitando banderas de Camboya, otras con el escudo real y también imágenes del propio Rey, la Reina Madre y el difunto Rey Sihanouk.

El Rey tardó diez minutos en llegar al estrado que se había preparado para que presidiera el evento. Apenas tenía que recorrer unos cien metros, pero se detenía a saludar a cada una de las personas que lo guiaban en una hilera con dos filas de personas. Conforme pasaba el tiempo, me iba contagiando de la emoción. Tras escuchar el himno nacional, el acto comenzaba con un baile tradicional realizado por pensionnaires de PSE. Eran las mismas niñas a las que hemos visto bailar mil veces. Hoy lo hacían con una ilusión especial. Yo vi el baile casi en primera fila, en un lateral del estrado, junto a Vichhika y la profesora de danza. Era inevitable no emocionarse. El Rey no dejó de aplaudir a cada una de las niñas mientras lo reverenciaban al final del baile.

Estrado preparado para la ocasión

Tras la bienvenida, actuaron un grupo de niños discapacitados. Chetra, que está postrado en una silla de ruedas por sus malformaciones en las manos y en los pies, pero que tiene más desparpajo que nadie, cantó con mucho arrojo una canción camboyana. Mientras tanto, sus compañeros bailaban para el Rey. La emoción que se vivió entonces es algo que no puedo describir con palabras. Al final de la actuación, el Rey, ese semidiós, esa divinidad para los camboyanos, bajó del estrado para felicitar a Chetra. Cualquiera de nosotros lo habría hecho, pero que lo haga el mismísimo Rey de Camboya tiene un significado que no podía entender hasta vivirlo. Con su sincero gesto, el Rey conquistó a todos los asistentes. También a mí.

A partir de entonces se sucedieron los discursos. Pich, el Director de Programas, tuvo la buena o mala fortuna de tener que ser el primero que cogía el micrófono tras las actuaciones. Aún lleno de emoción, su voz se vio quebrada varias veces durante el discurso en que hablaba de la actividad de PSE. Tras Pich, habló Didier Farez, el Presidente de Alstom en Asia y, a continuación, el mismo Rey. Durante su discurso, S.M. Norodom Sihamoni reconoció la labor de PSE y nos animó a continuarla. Indicó que en palacio se conocía desde hacía mucho tiempo nuestra organización e informó que la Reina Madre hacía efectiva hoy mismo una donación de diez mil dólares y diez toneladas de arroz.

El Rey de Camboya, durante su discurso

Tras los discursos, el Rey condecoró a Christian y Marie-France des Pallières con la máxima distinción otorgada en el Reino de Camboya. Pich y Sovan, su número dos, recibieron también el nombramiento como Oficiales del Reino. Aún tendría Christian un último turno de palabra. Sin papeles, como no podría ser de otra manera, y en un tono muy cercano, agradeció al Rey su visita y a los empleados, nuestro trabajo. Nos animaba a seguir luchando, cada uno desde su trinchera. Estoy convencido de que desde hoy la gente lo hará con aún más ganas.

Inauguración oficial del nuevo internado de PSE


El Rey saluda a niños, jóvenes y trabajadores de PSE

Para entonces, sólo quedaba visitar el internado. Nuevamente, el Rey tardó más de diez minutos en recorrer los cien metros que separaban el estrado del edificio. En esta ocasión, Pablo y yo estábamos en la hilera de personas a las que saludaría. Lo esperábamos de rodillas y con un gesto de respeto. Como a todos los de la fila, nos saludó. Además, en un perfecto francés, nos agradeció la labor que hacíamos. Su agradecimiento sonaba sincero. Tras la visita al internado, se dirigió a su coche, desde el que se despidió afectuosamente de todas las personas que estaban en su camino.

El Rey, saludando de nuevo a los estudiantes discapacitados. En la fotografía, con Chetra

La visita del Rey fue corta, tan sólo duró un par de horas. Sin embargo, sus efectos durarán mucho más. Los niños y jóvenes la recordarán siempre; los empleados también. Sin duda, ha reafirmado el sentido de pertenencia a PSE. El reconocimiento real recuerda y refuerza la importancia de la labor que hacemos. Ha sido, sin duda, uno de los días más importantes de la historia de PSE.

Salida de PSE

Agradecimientos: Fotos cortesía de Edvige Bordone y Pour un Sourire d'Enfant

martes, 4 de febrero de 2014

Minuto y resultado: Blue Lander, eliminado

Fin del sueño para los azules de Blue Lander (Mix Personnel 6 - 4 Blue Lander). En una tarde aciaga, a pesar de la emoción y las ganas, ni las piernas, ni los árbitros ni la suerte estuvieron con nosotros. Perdimos contra un digno rival; fueron los primeros en la liguilla. Perdimos sin excusas. No sé si ellos fueron mejores, pero acertaron más y, desde luego, estaban en mejor forma. Fueron capaces de hacer su juego, de llevarnos a su terreno. Perdimos, en definitiva, cuando menos teníamos que hacerlo, cuando no había margen de maniobra.

A partir de ahora, toda recuperarse y sacar fuerzas de donde no las hay para aspirar al tercer puesto y, quizás, ser considerados como el equipo revelación del torneo. El resto de partidos que quedan por jugarse, la otra semifinal y la final, serán como aquellas jornadas de Champions donde no juega tu equipo. A la hora del partido sentiremos esa sensación extraña de "podría ser yo el que estuviera allí". Quizás el año que viene. Antes, tocará hacer balance de la temporada. Será otro día, cuando todo esté decidido, cuando la liga haya acabado.

sábado, 1 de febrero de 2014

Minuto y resultado: Blue Lander pasa a semifinales

Rompiendo la maldición de cuartos, con los árbitros en contra pero con la suerte a nuestro favor, el jueves metimos a Blue Lander en las semifinales de la PSE Staff League (PSL). Fue un partido duro, intenso, para valientes. Fue un partido desigual, no por la calidad de los equipos, sino por el miedo escénico de los árbitros. Al fin y al cabo, jugábamos contra un grande: Reachsey. Los leones eran los campeones del año pasado y el equipo donde juegan varios directores de PSE.

La desigualdad en el campo se compensaba con una grada totalmente entregada con Blue Lander. Por primera vez se veían pancartas: "Blue Lander! Win! Win! Win!". Desde niños a estudiantes, pasando por profesores y compañeros de trabajo, todos nos animaban. Mención especial merecen los nuevos barras azules, nuestra hinchada oficial, los componentes del equipo social que nos animaron sin cesar durante todo el partido, de pie, desde la banda.

En los prolegómenos del partido se mascaba la tensión. Eso no impedía saludar al rival, especialmente a Mengsry, por una vez "al otro lado". Ambos nos jugábamos la temporada. Era un todo o nada. Pablo, ejerciendo de capitán sobre el campo, aleccionó al equipo en la previa animándonos a disfrutar del partido como si fuera el último. Sólo Sokhen se atrevió a matizar: "Quizás no sea el último". Y no lo será.

El partido comenzó con algo de retraso. Tras una primera mitad de contención por parte de ambos equipos, al filo del descanso fuimos capaces de abrir el marcador con un gol "a lo Buitre" de Veasna. Fue un jarro de agua fría para Reachsey, quien ni desplegando toda su artillería y sus malas artes con patadas y agarrones constantes, era capaz de doblegarnos.

Con todo por decidir, la segunda parte comenzó con la misma intensidad. El partido se jugaba fundamentalmente en nuestro terreno, donde, magistralmente dirigidos por Pablo, el verdadero kaiser, habíamos construido un muro de contención que dificultaba el ataque del rival, pero comprometía el riesgo de llegar a los dobles-penaltis, más aún cuando cualquier roce nuestro era sancionado. Afortunadamente, antes de cumplir el cupo de faltas fuimos capaces de aumentar nuestra ventaja con nuestro segundo gol, obra de Makara.

Con el 2-0 a nuestro favor, fuimos injustamente castigados con dos lanzamientos consecutivos desde los seis metros. Fue entonces cuando la suerte se alió con nosotros. Paré el primer penalti a Sydachan. Iba fuerte a media altura. Tan sólo dos minutos después, Mengsry, valiente, tiró el segundo. Con más presión, lo tiro flojo, al centro. La grada enloqueció. Vannak y mi hermano animaban desde el córner. Desde entonces, un Reachsey desquiciado se volcó en ataque dejando numerosos espacios que supimos aprovechar para rematar el partido en un rápido contragolpe culminado por Dara. Contando los minutos para el final y achicando balones, aguantamos como los leones que se supone que eran ellos. El doctor Sarath hizo el gol de la honra tras un nuevo doble-penalti. Poco después llegaban los tres pitidos del árbitro, tras los que se produjo una invasión de campo para felicitar a los vencedores. Blue Lander había ganado.

Orgullosos por el trabajo bien hecho, por superar las adversidades y por haber roto una maldición, ahora toca hacer historia. La próxima cita será el próximo lunes a las cinco y media de la tarde contra Mix Personnel, el campeón de la fase regular.


Estadísticas del partido: Blue Lander 3 - 1 Reachsey
  • Fecha: Jueves, 30 de enero de 2014. 17:30
  • Estadio: Terreno de fútbol de PSE
  • Asistentes: 150 personas
  • Blue Lander. Titulares: Álvaro (***), Dara (***), Pablo (***), Makara (***),  Phearom (***), Veasna (***). Suplentes: Sophea (***), Sokhen (na), Vannak (na), Nimeth (na),  Proseur (na)
  • Reachsey. Titulares: Seyha (*),  Sydachan (), Ratana (*),  Mengsry (**), Ritheya (*), Pich (*). Suplentes: Sarath (**), Piseth (na), Mengsrun (na)
  • Goles: 1-0, min. 25 Veasna. 2-0, min. 40 Makara. 3-0, min. 50 Dara. 3-1, min 55 Sarath
  • Tarjetas: Pablo (amarilla, no acarrea suspensión)