sábado, 21 de diciembre de 2013

Cosas que he (des)aprendido en Camboya

En una sala de espera del Aeropuerto de Pekín, no sé en qué terminal, mientras espero con Pablo la conexión con un avión que nos llevará a Amsterdam y de allí a Madrid, reflexiono sobre las cosas que he aprendido este año en Camboya. No sé si son muchas o pocas, pero sé que son importantes. Algunas quizás ya las sabía, pero no sabía que las sabía. Otras son completamente nuevas.

No hablaré de lo obvio. No diré que "en nuestro mundo" estamos mucho mejor de lo que creemos. Eso no lo he aprendido en Asia. Los problemas son problemas en Madrid y en Phnom Penh. Ha sido exponerme a problemas concretos lo que me ha hecho aprender. Problemas, historias. Historias con nombres y apellidos. Historias de gente a la que he conocido. Historias que he escuchado, que he visto. Historias que he vivido. Vivirlas ha sido el verdadero aprendizaje. Ser plenamente consciente de ellas. Hacerlo de una manera que no cuenta una noticia o no se ve en un telediario.

Ha sido enfrentándose a esas historias como he conocido a muchas personas. Algunas de ellas, ya amigos. Gente de muchas nacionalidades diferentes provenientes de entornos más diferentes todavía. Gente con experiencias muy dispares pero con un punto en común: sus ganas de "hacer algo". Este año he conocido a muchos inconformistas, a muchos soñadores, sí, pero sobre todo a gente práctica. Gente práctica que desde aquí o desde allí aporta su granito de arena. Algunos su tiempo, otros su experiencia o sus consejos y otros su dinero. Algunos más, otros menos, lo que pueden, pero todos algo. He aprendido que hay mil maneras de ayudar, muchas más de las que imaginaba, y todas muy fáciles.

He aprendido que querer es poder. Sí, de verdad. Que nada es tan complicado como parece. Al fin y al cabo yo mismo he podido permitirme un año diferente. De igual manera que lo están haciendo Pablo o Carlota. Del mismo modo que lo hicieron Camille y Simon con sus seis meses viajando en tándem. Exactamente igual que Christian y Marie-France des Pallières cuando, hace más de treinta años, decidieron viajar en caravana con sus hijos desde Francia hasta la India. Igual que cuando ellos mismos llegaron a Camboya en 1993 y decidieron fundar PSE. Gracias a ellos, he aprendido que si querer es poder para viajar, para descubrir, para hacer algo distinto, también lo es para emprender o para cambiar de trabajo. Para cualquier cosa. Para hacer algo que te gusta y te hace feliz.

Todo es posible... Quizás ése sea el pensamiento que mejor resuma lo que he descubierto este año. Creo que todo es posible por lo que he aprendido, pero también por lo que he desaprendido (hoy mejor que nunca entiendo a un antiguo jefe). He desaprendido el miedo a plantear cosas nuevas. He perdido el miedo a hacerlas. He vuelto a aquél instante donde no hay ideas preconcebidas ni juicios de valor. He recuperado una suerte de inocencia. Supongo que se gastará, que la volveré a perder. Entonces leeré estas líneas y recordaré esta reflexión. Y volveré a desaprender; volveré a empezar.

Llega el momento de embarcar. Madrid está más cerca, pero la aventura camboyana no ha terminado. Hoy vuelvo a casa cansado pero contento. Orgulloso no por lo que he hecho, eso no lo tengo que juzgar yo, sino por lo que me he atrevido a hacer. ¡Y seguiré!

1 comentario:

  1. Hola! Hace tiempo me encontré con esta entrada gracias a Carlota y me encantó lo que escribiste. Hoy la volví a buscar para recordarme de desaprender. Muchísimas gracias por tus palabras, aplican en tantas cosas de la vida. Saludos desde México.

    ResponderEliminar